Una masacre irresuelta en Kosovo sigue atormentando a las familias
Hace casi 25 años, el hermano de Aleksandra Sibinovic murió en una masacre en Kosovo que contribuyó al estallido de una guerra de dolorosas consecuencias para los Balcanes, y cuyas incógnitas siguen atormentando a esta mujer serbia.
En diciembre de 1998, en plena escalada de tensión entre comunidades, seis jóvenes serbios fueron acribillados por hombres armados en un café en Peja, en el suroeste de Kosovo.
Tras el drama, Belgrado multiplicó los ataques en Kosovo, causando miles de muertos, una crisis de refugiados y acusaciones de limpieza étnica.
El conflicto terminó en 1999 con una campaña de bombardeos de la OTAN contra objetivos serbios. Años más tarde, en 2008, Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia, que sigue sin reconocer la secesión.
Pero numerosos acontecimientos de aquella época continúan sin resolverse, entre ellos la masacre de Peja, una localidad conocida en serbio con el nombre de Pec.
Belgrado atribuyó inicialmente el crimen a rebeldes albaneses pero, a lo largo de los años, han emergido serias dudas sobre esta versión, incluso formuladas por el actual presidente serbio Aleksandar Vucic.
"No podré encontrar alivio hasta que se establezca la verdad", dijo a AFP Sibinovic. Su hermano Zoran Stanojevic tenía 18 años cuando fue abatido a tiros.
- "Código de silencio" -
Fue el actual presidente Vucic, en el poder desde 2017 y ministro de Información del dirigente serbio Slobodan Milosevic en 1999, quien sorprendió a todos en 2013 cuando en televisión acusó a las autoridades del país de observar un "código de silencio" sobre lo ocurrido en Peja.
Vucic, que era viceprimer ministro serbio cuando formuló estas declaraciones, dio a entender que los rebeldes del UCK, la guerrilla albanokosovar que combatió contra las fuerzas serbias en los años 1990, no fue responsable de la masacre.
"No tenemos pruebas para decirlo, al contrario. Lo que quiero decir es que hay muchas atrocidades que tendremos que mirar de frente, y que resolveremos estos casos".
Desde entonces, el dirigente serbio apenas ha vuelto a hablar del tema, y rechazó los numerosos pedidos de audiencia de las familias de las víctimas.
Defensores de los derechos humanos, tanto serbios como kosovares, apuntan a que la masacre fue organizada por Belgrado, para servir de excusa al lanzamiento posterior de hostilidades armadas en Kosovo.
"Fue un plan muy bien organizado, un grupo de profesionales, que hicieron su trabajo sin dejar huellas y de manera muy eficaz", asegura a AFP Behxhet Shala, director del consejo kosovar para la defensa de derechos humanos y las libertades.
Aleksandra Sibinovic, una dentista que ahora tiene 46 años, recuerda el impacto que le causaron estos comentarios, tras pasarse tantos años convencida de que su hermano murió a manos de los rebeldes albaneses.
"El dolor físico que sentí fue tan fuerte como el que sentí cuando me dijeron que había muerto. Luego tuve un rayo de esperanza, de que al fin íbamos a saber lo que sucedió".
Pero la incertidumbre sigue, y con ella el dolor.
"Incluso si conociera al asesino en persona, eso sería más fácil de gestionar que este silencio", asegura Aleksandra Sibinovic.
En 2016, la fiscalía serbia encargada del crimen organizado abrió una investigación, que de momento no ha dado resultado. Y a día de hoy, nadie fue inculpado o condenado por lo ocurrido en Peja.
Tras la masacre fueron detenidos y torturados varios albaneses, explica Natasa Kandic, militante serbia de los derechos humanos que acudió al lugar días después para recoger testimonios.
Entre ellos está el de Vllaznim Pergjegjaj, de 43 años.
Cuenta que fue golpeado "con todos los objetos posibles, de madera y de metal".
"Nos maltrataron para hacernos confesar que el UCK asesinó a los jóvenes serbios", dice a AFP.
Los acusados fueron llevados a Serbia durante la retirada de las fuerzas serbias en junio de 1999. Luego fueron condenados por "vulneración del orden público", un cargo sin relación con la masacre, y finalmente liberados al cabo de unos meses.
O.Pereira--NZN