Falto de turistas occidentales, Irán se abre a los países vecinos
Irán espera aprovechar la mejora de sus relaciones con los países árabes y con otros vecinos para impulsar el turismo, un sector que, a falta de visitantes occidentales, no logra despegar tras la crisis del covid-19.
Pero ¿sucumbirán los emiratíes, iraquíes y armenios a los encantos de las ciudades milenarias de Isfahán, Shiraz y Mashhad, o a los grandiosos paisajes de la antigua Persia?
Para convencerlos, Irán busca diversificar su oferta turística en las regiones fronterizas del noroeste, y en las áreas costeras del Golfo.
Ensalza su cultura, la hospitalidad de sus habitantes y lo barato que es el alojamiento, una serie de ventajas para contrarrestar las obligaciones que impone la República Islámica a los visitantes, como el uso del velo, la prohibición de consumir alcohol o las restricciones a la vida nocturna.
"Irán debe mostrarle al mundo su humanidad si quiere atraer más turistas", explica Hamid Shateri, dueño de una agencia de viajes de Teherán.
También se han puesto manos a la obra en el noroeste, una región poco explorada próxima a Turquía, Irak, Armenia y Azerbaiyán.
Allí, los turistas pueden elegir entre la gran ciudad de Tabriz y su famoso bazar, hacer ecoturismo en medio de los acantilados del río Aras, recientemente incorporados en la lista de geoparques de la Unesco; o por las elegantes iglesias armenias.
"A lo largo de todo el año, acuden muchos turistas armenios para visitar el monasterio de San Estaban", del siglo IX, también incluido en la lista de la Unesco, cuenta el arzobispo Krikor Chiftjian, prelado de las diócesis de las provincias de Azerbaiyán Oriental y Occidental.
Situado en medio de un valle, el monasterio -que ha sido dañado y reconstruido en numerosas ocasiones- es para los armenios una importante prueba de su influencia cultural en el noroeste de Irán.
- Tensiones geopolíticas -
Y mientras que los armenios no dudan en cruzar la frontera, los azerbaiyanos son más reacios a hacerlo, a causa de las tensiones entre Teherán y Bakú, enfrentadas por varios temas de discordia.
"En los años 2010, muchos azerbaiyanos venían a Tabriz para curarse, lo que contribuyó al desarrollo de un turismo médico en la región", apunta el experto Babak Babali.
Hace años Irán también atraía a muchos europeos, pero estos dejaron de llegar. "Tienen miedo de venir", indica Hamid Shateri.
Desde hace dos años, muchas capitales occidentales "desaconsejan formalmente" a sus ciudadanos que viajen al país, sobre todo por el riesgo de arrestos y de "detención arbitraria".
Unas recomendaciones que este verano continúan vigentes aunque Teherán liberara a siete europeos en los últimos meses, algunos de los cuales a cambio de iraníes encarcelados en Europa.
En el país quedan unos veinte europeos detenidos.
"Teherán muestra una voluntad de superar las tensiones pero llevará tiempo que los europeos regresen en masa", predice Babak Babali.
Casi un año después de que empezara el movimiento de protestas desencadenado por la muerte de Mahsa Amini, el 16 de septiembre, tras haber sido detenida por la policía de la moral, prácticamente los únicos turistas que tiene el país proceden de países que guardan buenas relaciones con Irán, como los chinos y los rusos.
"También hay árabes que vienen por las ceremonias chiitas" en las ciudades santas de Mashhad o Qom, señala Shateri.
Irán también busca atraer a los habitantes de los países del Golfo, sobre todo de los Emiratos Árabes Unidos, a las islas de Kish y de Qeshm, que proponen una oferta más relajante, con playas, hoteles de lujo y centros comerciales.
En total, el país recibió 4,1 millones de extranjeros en 2022, una cifra que refleja un cierto crecimiento tras la caída provocada por la pandemia de covid-19, pero que sigue siendo baja: solo representa el 0,4% de los viajes turísticos a escala mundial, según datos de la Organización Mundial del Turismo citados por los medios iraníes.
L.Zimmermann--NZN