La represión en Hong Kong se extiende al ciudadano común
Acusada de sedición, Law Oi-wah, una madre soltera, se declaró culpable con una voz casi inaudible ante un tribunal de Hong Kong en presencia de su hijo de 12 años.
Detenida en marzo, esta mujer de 48 años fue inculpada con una ley de la era colonial por difundir en redes sociales decenas de mensajes prodemocracia publicados y escritos por otros.
Pidió quedar en libertad bajo fianza, pero se lo rechazaron a pesar de que sus mensajes apenas consiguieron audiencia.
"Mi madre no ha vuelto desde hace un mes (...) Por favor, dejen a mi madre volver a casa", escribió su hijo al tribunal que la condenó en abril a cuatro meses de cárcel.
El caso de Law se suma a una serie de condenas por sedición en Hong Kong donde, según los críticos contra el poder, Pekín estrecha su control autoritario.
Después de las masivas y a veces violentas manifestaciones prodemocráticas de 2019 y la instauración de una ley de seguridad nacional impuesta desde Pekín, Hong Kong utilizó por primera vez en más de 50 años la acusación de sedición introducida en la época colonial británica.
- Ni militantes, ni políticos -
Entre las más de 30 personas inculpadas por sedición, al menos una veintena no eran militantes ni políticos, sino simples repartidores o trabajadores en el sector servicios.
Sus casos apenas despiertan atención porque son juzgados rápidamente por tribunales menores como amenazas a la seguridad nacional.
Sus actos de "sedición" consisten principalmente en criticar a las autoridades (el gobierno, la policía o los tribunales) mediante carteles, adhesivos o mensajes en redes sociales.
Los procesos son manejados por jueces elegidos por el gobierno para cuestiones de seguridad en los que la libertad provisional bajo fianza se ha convertido en una excepción.
Una vez rechazada la libertad bajo fianza, la mayoría de estos ciudadanos ordinarios desisten de luchar dadas las pocas opciones de éxito, aseguran a la AFP acusados y abogados.
- "Muy injusto" -
Kenji, que habla bajo seudónimo por motivos de seguridad, cuenta que se quedó sin voluntad para defenderse tras pasar cinco meses en detención provisional.
"Cuando estás dentro (...), pasas días preguntándote si la acusación va a añadir un cargo de seguridad nacional contra ti", explica a la AFP.
"Aunque encontremos esto muy injusto, nos declaramos culpables para una salida más rápida", añade Kenji, inculpado por haber criticado públicamente a las autoridades.
Las penas por sedición pueden ir hasta dos años de prisión. Al reconocer la culpabilidad, esta puede reducirse un tercio.
Según el ministro de Seguridad de la ciudad, Chris Tang, la ley de sedición es un instrumento necesario.
Abarca los actos, discursos o publicaciones con "intenciones sediciosas" como el hecho de estimular "el descontento o la desafección", promover "sentimientos de maldad" o incitar a la violencia.
El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha criticado "la interpretación demasiado amplia y la aplicación arbitraria" de los delitos de sedición y de la ley de seguridad nacional en Hong Kong, cuyas autoridades aseguran que las leyes son claras.
Para Kim Hau, gerente de un salón de té donde la policía realizó en febrero una redada para arrestarl, el delito sigue siendo "amplio y misterioso".
La mujer había publicado folletos que cuestionaban el programa de vacunación contra el covid en la ciudad e invitaban a la población a boicotear una aplicación gubernamental de geolocalización para combatir la pandemia. La policía confiscó su teléfono y Hau fue condenada a siete meses de cárcel.
- "Basta para asustar" -
"Califican cualquier cosa de sediciosa porque estiman que incitas a la gente a actuar directa o indirectamente contra el gobierno", dice.
Un abogado especializado en estos casos reconoció que este delito presenta "una falta de certeza jurídica".
"Quieren esta ambigüedad", afirma a la AFP este abogado, que pide el anonimato. "Esto basta para asustar a la gente ordinaria".
Chiu Mei-ying, ama de casa de 68 años, se encontró en la diana de las autoridades en abril acusada de haber pronunciado "palabras sediciosas".
Tres meses antes había asistido junto al predicador Garry Pang a un proceso de un militante en el que criticó al juez. "Apenas pronuncié una frase", afirma.
Su proceso le costó más de 300.000 dólares hongkoneses (38.300 dólares estadounidenses). Chiu renunció finalmente a recurrir y cumplió una pena de tres meses.
"Todavía no entiendo qué es la sedición", afirma. "Solo he aprendido que la línea roja puede ser muy ancha".
A.Wyss--NZN