"Escuela de vida": el rugby se juega en más cárceles uruguayas
Leonardo Aguirre empezó a jugar al rugby para poder salir un rato de la celda. No sabía las reglas, los entrenamientos eran duros. Quince meses después, lidera el equipo de la cárcel uruguaya donde cumple una condena por rapiña.
Como él, unas 500 personas privadas de libertad juegan actualmente al rugby en centros de reclusión en Uruguay en el marco de un programa que apuesta al deporte como vía de rehabilitación.
"Acá me quedan tres años todavía. El rugby no lo voy a dejar, y si se puede jugar afuera, voy a jugar también", dice a la AFP Aguirre, capitán de Los Titanes de la Unidad 1 de Punta de Rieles, a unos 15km del Centro de Montevideo.
Para este joven menudo de 25 años representar un equipo "es lo mejor que te puede pasar". "Te sentís importante, te dan ganas de levantarte y luchar para seguir manteniendo el puesto".
También reconoce cambios "a nivel de valores": "mucha más perseverancia, más paciencia, más tolerancia, más compromiso", afirma, rodeado de internos después de un partido.
El sexto encuentro de rugby intercárceles de Uruguay enfrentó esta semana a Los Titanes con el equipo Fénix de la prisión Las Rosas de Maldonado, y Los Caimanes del complejo carcelario de Santiago Vázquez (exComcar).
Los reclusos, todos hombres, llegaron esposados y con custodia armada, pero en la cancha se movieron libremente. Y no faltaron ni la cuerda de tambores ni el "tercer tiempo", la comida que se comparte con los rivales después de un partido de rugby.
"Cometieron faltas, pero en el afán de querer jugar. Cuando uno hablaba, ellos escuchaban", asegura Roberto Barreiro, el juez de la Unión de Rugby del Uruguay (URU) que arbitró la cita.
El "clásico" entre Los Titanes y Fénix terminó en empate. "Seguimos invictos", bromea Santiago Suárez, el técnico de Los Titanes.
- "Comer pasto" -
El rugby como herramienta para la reintegración de reclusos existe en Argentina, Chile, Perú, Venezuela, España.
En Uruguay, jugadores de Los Teros, la selección nacional, entre ellos el excapitán Carlos Arboleya, empezaron a enseñar rugby en el exComcar en 2009. En 2016, a partir de un convenio con la URU, la iniciativa comenzó a ampliarse y hoy abarca casi una decena de penitenciarías en todo el país, incluyendo mujeres desde 2021.
"El requisito es que entrenen dos veces por semana y que tengan buena conducta", explica Matías Benítez, jugador profesional de rugby y uno de los coordinadores del programa.
Para Benítez, que se prepara para ir al Mundial Francia-2023, el rugby enseña que uno se puede caer y "comer pasto", pero hay que levantarse siempre.
Alejandro Nieto, un exjugador de Los Teros que lleva siete años como entrenador en el programa, dice que a los reclusos les cuesta "muchísimo" respetar normas y que las adicciones "empeoran el rendimiento".
Pero subraya que todos "valoran a los que vienen de afuera a trabajar con ellos. Para nada es un ambiente hostil".
Conocer a Teros y exTeros entusiasma a Brian González, forward de Los Titanes.
"Verlos a ellos ya te emociona porque mañana salís y podés hacer lo mismo que hacen ellos", dice.
"El Mota" tiene 24 años y le faltan tres años y dos meses para recuperar la libertad. "Tráfico y armas", responde cuando se le pregunta por qué está preso. Y asegura que está "enfocado cada día en poder salir adelante".
- "Calesita" -
Gustavo Zerbino, sobreviviente del famoso accidente aéreo de los rugbistas uruguayos en Los Andes en 1972, ha dado el puntapié inicial del encuentro intercárceles y les habla al cierre.
"Todos se van ganadores hoy porque se divirtieron con respeto y disciplina", les dice a los presos reunidos en una gran ronda.
Para Zerbino, el rugby "es una escuela de vida". Empresario de 70 años, promueve este deporte en las cárceles desde hace 15 años.
"Esto no es un programa de un partido político. Esto es responsabilidad de toda la sociedad. Ahora estamos trabajando en las redes de reinserción laboral, porque (al salir) son libres pero siguen siendo presos por no tener posibilidades", comenta a la AFP.
Alejandra Otanha, subdirectora técnica de la Unidad 1, apuesta al rugby para evitar la reinicidencia delictiva.
"Nos pasa lo de la calesita, todo el tiempo vuelven. El aporte del rugby es importante para que este ciclo se corte", señala.
Con 3,5 millones de habitantes, Uruguay tiene una alta tasa de población carcelaria: cuatro de cada mil personas están presas.
Cae la tarde y en el bus que traslada a los reclusos tras el encuentro de rugby se lee: "Crecer es mi ilusión, el deporte es mi camino".
L.Muratori--NZN