El juez Stephen Breyer, pilar progresista de la Corte Suprema de EEUU
Decano de la Corte Suprema de Estados Unidos, con una vibrante inteligencia y humor detrás de sus lentes, el juez Stephen Breyer ha dejado una profunda huella en la doctrina progresista estadounidense.
Su retiro el próximo junio, anunciado este miércoles por medios locales, le permitirá al presidente Joe Biden reemplazarlo por un magistrado mucho más joven.
El jurista de 83 años ha servido en la institución durante un cuarto de siglo y ahora lo hace junto con sus ocho pares predominantemente conservadores.
Ser la minoría nunca le quitó a este brillante magistrado su jovialidad ni la pasión con la que defendía obstinadamente sus convicciones, especialmente en su oposición a la pena de muerte. Entre sus otras luchas más queridas están el medioambiente o el derecho al aborto.
Conocido por su ingenio y su gran cultura, en 1994 se convirtió en el segundo juez designado para el alto tribunal por el presidente demócrata Bill Clinton, después de Ruth Bader Ginsburg, ícono feminista fallecida en 2020.
Al igual que "RBG", sobre argumentos cincelados, Breyer se ha consagrado como un pilar del templo del derecho estadounidense, encargado de velar por la constitucionalidad de las leyes.
El juez siempre lleva consigo una pequeña copia de esa Constitución, con apuntes, en el bolsillo interior de su chaqueta.
Pero otros libros nunca están lejos de este oriundo de San Francisco, autor de varios textos sobre libertades o derecho internacional.
- Fanático de Proust -
Este aficionado a la filosofía habla con fluidez francés, salpica sus discursos con referencias a Proust o Stendhal.
También le gusta citar a Cicerón -"En tiempos de guerra, las leyes callan"- para recordar que, durante la Segunda Guerra Mundial, 70.000 estadounidenses de origen japonés fueron llevados a campos de internamiento sin ningún motivo.
Después de una prestigiosa carrera académica que lo vio obtener diplomas en la Universidad de Stanford, la facultad británica de Oxford y la Facultad de Derecho de Harvard, Breyer comenzó su carrera en 1964 como asistente del juez de la Corte Suprema Arthur Goldberg.
Durante un tiempo se especializó en la lucha contra los fideicomisos. Fue también asesor del fiscal en el escándalo Watergate.
Breyer está casado con una psicóloga de la aristocracia británica, con la que tuvo tres hijos, y enseñó en Harvard hasta 1980. Luego permaneció en Nueva Inglaterra, designado por el presidente Jimmy Carter para la corte de Boston, que acabaría dirigiendo.
- "Pollo a la reina" -
Poseedor de una gran capacidad de trabajo, hombre de consenso, Breyer probablemente habría obtenido antes su nombramiento en el Tribunal Supremo si no hubiera visto empañada su imagen por las revelaciones que lo señalaban de no pagar los fondos de pensiones de una persona que trabajaba en su casa.
Este asunto retrasó su llegada al alto tribunal, cuya independencia defendió luego con obstinación, a pesar de las críticas recurrentes que lo convertían en un órgano politizado. Una desconfianza que aumentó bajo el mandato de Donald Trump.
El expresidente republicano nombró a tres magistrados conservadores para la corte, procesos controvertidos que Breyer siempre se ha abstenido de criticar públicamente.
En una entrevista con la AFP en 2016, el jurista se negó a hacer el bosquejo del candidato ideal. "No puedo sugerirle al presidente a quién debe nombrar. No es mi trabajo (...) Sería como pedirle la receta del pollo a la reina... ¡al pollo!", bromeó.
L.Zimmermann--NZN