Un exprisionero pakistaní de Guantánamo expone sus obras liberadoras
Tierra, café molido e incluso cúrcuma. Durante sus casi 20 años encerrado en Guantánamo sin nunca haber sido juzgado, el pakistaní Ahmed Rabani, recientemente liberado, utilizó todo lo que pudo encontrar para evadirse a través del arte.
"Gracias a la pintura me sentía fuera de Guantánamo", dice este hombre de 53 años, de barba canosa, durante una exhibición de sus obras en la ciudad portuaria de Karachi, en el sur de Pakistán.
"Allá, la pintura era todo para mí", añade Rabani durante la exposición "The Unforgotten Moon : Liberating Art from Guantanamo Bay" (La inolvidable luna: el arte liberador de Guantánamo).
Ahmed Rabani fue detenido en septiembre de 2002 por las autoridades pakistaníes y entregado a la CIA a cambio de una recompensa de 5.000 dólares.
Fue "vendido" bajo la identidad de Hasan Ghul, un conocido militante, pero siempre aseguró que no se trataba de él. También se le acusó de haber reclutado a su hermano mayor, Muhamed, para unirse a grupos extremistas.
Fue transferido a Guantánamo en septiembre de 2004. Ni él ni su hermano fueron inculpados o juzgados, hasta su liberación en febrero de 2023.
- Obsesión -
"Lo que no sabíamos, hasta que el Senado estadounidense publicó en 2014 un informe sobre las detenciones, era que Ghul había sido capturado y llevado a la misma prisión, pero fue liberado en Pakistán por haber 'cooperado'", escribió el abogado de Rabani, Stafford Smith, en el catálogo de la exposición.
"Mientras que Ghul retomó sus actividades terroristas y murió en un ataque con dron en 2012", Rabani permaneció varios años en Guantánamo, añadió.
La pintura se convirtió en su obsesión durante esos años.
Utilizaba todo lo que hallaba. "Si encontraba un pedazo de tela, lo convertía en un lienzo", explica Rabani. "A veces utilizaba café o cúrcuma" para fabricar pintura.
- Obras confiscadas -
"Perdió gran parte de su vida. Producir imágenes de esta calidad es un milagro, es increíble", estima Natasha Malik, comisaria de la exposición.
Junto a la veintena de pinturas que le autorizaron llevarse a su salida de prisión están expuestas otras de artistas locales que trataron de recrear las obras que le confiscaron.
"Expuestas junto a las obras no censuradas de Ahmed, estos artistas subrayan su protesta y su expresión creativa recreando obras que el público no debía ver", señala la comisaria.
Sus obras plasman su desesperación. Algunas expresan sus esperanzas de libertad: la naturaleza asomándose por estrechas aberturas, pájaros volando y océanos infinitos. Otro cuadro muestra una jaula con peces de color naranja brillante, el color de los uniformes de los presos de Guantánamo.
"Pasé muchos años vestido de naranja", dice Rabani.
Con una sonrisa en el rostro y los ojos brillantes, habla de sus planes, entre ellos la publicación de un libro de cocina en el que hablará de su vida. También espera abrir un restaurante basado en recetas que aprendió en la cárcel, utilizando el dinero de la venta de sus obras de arte.
W.F.Portman--NZN