Antes de Benzema y Cristiano, más de cuarenta años de traspasos de estrellas prejubiladas en el Golfo
El fichaje de Karim Benzema por el club saudita Al-Ittihad, tras el de Cristiano Ronaldo por Al-Nassr, es el último episodio de un movimiento iniciado en 1978 por el brasileño Rivelino, primera estrella prejubilada seducida por los petrodólares del Golfo.
A sus 35 años, el Balón de Oro francés viene a añadir su nombre a una rica lista de pesos pesados llegados para sacar los últimos beneficios económicos de su carrera antes de colgar definitivamente las botas.
Otros grandes nombres están en el objetivo de Arabia Saudita, como Lionel Messi, y podrían de este modo imitar a Rivelino, el gran centrocampista de la Seleçao que, tras su carrera en el Fluminense, había en su tiempo llegado ya al país.
En esa época, fue Al-Hilal quien se hizo con los servicios del brasileño por tres temporadas, marcadas por 39 goles y un título de campeón de Arabia Saudita.
Ese año, en 1978, su compatriota Carlos Alberto Parreira se le había unido como seleccionador de Kuwait, clasificando al país por primera y única vez a un Mundial en 1982.
En 1998, Al-Nassr se lanzó también en esa carrera, atrayendo a Hristo Stoichkov. Pero la aventura saudita del búlgaro había sido corta, aunque una Recopa de Asia figura en el palmarés del Balón de Oro de 1994.
Stoichkov lanzó la moda de estancias cortas, pronto seguido por Bebeto (un gol en cinco partidos hasta su retirada en 2002) o Denilson, efímero jugador más caro del mundo, que estuvo dos meses en Arabia Saudita en 2007.
Esta tendencia no tardó en llegar a los otros países de la región, comenzando por Emiratos Árabes Unidos.
- Weah y Cannavaro -
Entre 2001 y 2003, el liberiano George Weah, quien es hasta ahora el único Balón de Oro africano, defendió los colores de Al-Jazira en Abu Dabi.
Campeón del mundo en 2006, el italiano Fabio Cannavaro se exilió en Dubai, y en Al-Ahli en 2011, seguido un año más tarde por el goleador Luca Toni, que posó brevemente sus maletas en Dubai (Al-Nasr).
Entre 2003 y 2004, Catar fichó alrededor de una treintena de internacionales salidos de naciones dominantes, entre ellos los franceses Franck Leboeuf y Marcel Desailly, los españoles Pep Guardiola y Fernando Hierro y el argentino Gabriel Batistuta.
En 2002-2003, Romario se comprometió por cien días con la formación catarí Al-Sadd por un cheque estimado en 1,5 millones de dólares, una suma cara por tres partidos en los que no marcó ningún gol.
Al-Sadd estuvo más inspirado en 2015, haciendo venir a Xavi Hernández: el centrocampista del Barça se quedó cuatro temporadas en las que ganó otros tantos campeonatos nacionales.
Por último, Juninho jugó de 2009 a 2011 en Catar, para Al-Gharafa. Como Xavi, el genio de los tiros libres no decepcionó.
L.Rossi--NZN