De Dinamarca a Portugal, Europa redobla esfuerzos para prescindir del gas ruso
Colocados no demasiado lejos de una zanja embarrada, las grandes tuberías negras van a ser enterradas pronto en este rincón de Dinamarca. Largamente suspendidas, las obras de un gasoducto entre Noruega y Polonia se reanudaron con la invasión de Ucrania.
Con proyectos de terminales de metano en Alemania, Finlandia o Francia o posibles nuevas vías por España o el Mediterráneo Oriental, Europa redobla sus esfuerzos para dejar de depender del gas ruso aunque la tarea, advierten los expertos, durará años.
En Middelfart, en la isla danesa de Fionie, la construcción del Baltic Pipe se reactivó el mes pasado para terminar esta conexión de casi 900 kilómetros.
"Se trata de tener el gas en el sistema danés, pero sobre todo ayudar el sistema gasístico de nuestros vecinos y amigos polacos", explica a AFP Søren Juul Larsen, responsable del proyecto en el operador energético danés Energinet.
Apenas una semana después de la invasión de Ucrania, la autoridad ambiental danesa, que se preocupaba del impacto del proyecto en las especies locales de ratones y murciélagos, acordó un permiso para continuar la construcción tras nueve meses de suspensión.
"Esperábamos que fuera aprobado pronto, pero claro que la guerra ha convertido la cuestión en más urgente", asegura Trine Villumsen Berling, investigadora en el instituto danés de estudios internacionales.
Concebido hace casi 20 años y empezado en 2018, el proyecto parcialmente submarino debe entrar en servicio en octubre y estar plenamente operativo el 1 de enero de 2023.
"Tenemos realmente una buena cooperación con todos los contratantes para acelerar y hacer todo lo que podamos para mantener el calendario", asegura Juul Larsen durante una visita al lugar.
- Contraindicaciones -
Con una capacidad de transporte anual de 10.000 millones de metros cúbicos de gas, el conducto debe garantizar la mitad del consumo de Polonia, que anunció hace tres años la paralización de su importante contrato con el gigante ruso Gazprom.
Pero esta buena noticia para Varsovia puede complicar el suministro para el resto de Europa en el complejo rompecabezas que supone el abastecimiento energético en el continente.
Noruega, segundo proveedor de gas de Europa después de Rusia, asegura estar produciendo a plena capacidad con lo que el gas que se destine a Polonia ya no podrá venderse a Europa Occidental.
"Este proyecto debería ayudar a Polonia, pero puede conllevar una disminución de las exportaciones de gas noruego hacia Reino Unido y Alemania", explica Zongqiang Luo, experto del gabinete de análisis Rystad.
Además, hay numerosos contratos a largo plazo entre Rusia y suministradores europeos con una validez de 10 a 15 años, añade.
Pero, según el ejecutivo comunitario, la Unión Europea podría prescindir del gas ruso "mucho antes de 2030".
Con Noruega al límite de su producción, los yacimientos neerlandeses y británicos en declive y Rusia como indeseable, Europa busca su gas cada vez más lejos, como envíos marítimos de GNL de Estados Unidos, Catar o África.
Pero su importación requiere construir grandes terminales o, al menos, ofrecer unas raras estructuras flotantes de importación llamadas FSRU.
Tras el abandono del gasoducto Nord Stream 2 llegado de Rusia, cuya construcción se reanudó el invierno boreal pasado en las aguas danesas, Alemania relanzó de urgencia tres proyectos de instalación de terminales metaneras hasta ahora consideradas no prioritarias.
- Vías alternativas -
Una podría estar lista para el invierno boreal de 2023/24. Las otras dos no antes de 2026.
Finlandia, asociada con Estonia, anunció la semana pasada un proyecto para arrendar un barco-terminal de importación después de que los tres países bálticos anunciaran el cese de las importaciones desde Rusia a partir del 1 de abril.
En el sur de Europa, España y Portugal defienden una vía de abastecimiento alternativa al gas ruso.
El puerto de Sines, el más grande de Portugal, busca doblar la capacidad de su terminal gasística en menos de dos años.
Unida por gasoducto a Argelia y dotada con enormes terminales metaneras, España puede representar otra opción, pero eso implica importantes trabajos para mejorar las conexiones con el resto de la Unión Europea a través de Francia.
Y otra alternativa también relanzada es la conexión con el gas en el este del Mediterráneo descubierto en grandes cantidades desde hace 20 años a lo largo de Israel y Chipre.
B.Brunner--NZN