Zürcher Nachrichten - Entre lágrimas y rabia, migrantes intentan cruzar a Reino Unido desde una playa francesa

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Entre lágrimas y rabia, migrantes intentan cruzar a Reino Unido desde una playa francesa
Entre lágrimas y rabia, migrantes intentan cruzar a Reino Unido desde una playa francesa / Foto: Sameer al Doumy - AFP

Entre lágrimas y rabia, migrantes intentan cruzar a Reino Unido desde una playa francesa

"Fuck you!", le grita un joven sudanés, desesperado por ir a Reino Unido, a un policía que acaba de clavar un cuchillo en su lancha neumática en una playa del norte de Francia, donde las autoridades intentan evitar que migrantes crucen el canal de La Mancha.

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Un equipo de la AFP pudo seguir una operación policial en la playa de Gravelines. Las condiciones son perfectas para cruzar el canal que une Francia con Reino Unido: el mar y el viento están tranquilos, una oportunidad que muchos migrantes no piensan dejar pasar.

Hacia las 07H00, un grupo de unos 30 migrantes salen de sorpresa de un pequeño bosque al borde de la playa y se lanzan en una carrera desenfrenada hacia el agua.

La nueva ley británica que autoriza al gobierno a deportar a Ruanda a los solicitantes de asilo que hayan entrado ilegalmente en el país, aprobada esta semana, parece no estar entre sus preocupaciones. Al igual que los cinco migrantes que murieron el martes intentando llegar a Reino Unido desde otra playa francesa.

Subidos en motos de cuatro ruedas, los policías los persiguen y disparan gases lacrimógenos, pero los migrantes no se detienen.

Un "taxi-bote" les espera a unos diez metros de la orilla. Estas pequeñas embarcaciones esperan a cierta distancia de las playas, donde recogen a los migrantes, que deben nadar hasta ellas. De este modo, los contrabandistas lidian con la policía, que tiene prohibido intervenir en el mar.

- "Una operación de rescate" -

Mientras corren, algunos son rociados con gas pimienta por la policía. Una mujer de unos cuarenta años esconde la cara en su bufanda, sin dejar de correr.

Al igual que sus compañeros, salta al agua y nada hacia el bote. Su gruesa ropa, imprescindible para las largas horas de travesía, dificulta la tarea.

La mujer termina rindiéndose. La embarcación sobrecargada, empujada por las olas hacia la orilla, quedó atascada cerca de los policías.

A bordo, algunos gritan, otros ruegan a la policía que no intervenga. Un agente se acerca. Frente a él, un sudanés de unos 20 años se levanta sobre la lancha, se arranca el chaleco salvavidas con rabia, antes de desplomarse desesperado.

El policía, con el agua hasta las rodillas, clava su cuchillo en el bote y da un paso atrás mientras el joven, al borde de las lágrimas, le grita incansablemente "Fuck you!" "Fuck you!"...

"Es una operación de rescate", alega el agente frente a la lancha, cuyo motor no funciona correctamente, y que en su opinión nunca habría llegado a su destino.

Los migrantes dan media vuelta y se vuelven a adentrar en el bosque, salvo el joven sudanés que se queda cerca de la lancha desinflada.

- Segunda oportunidad -

Unos minutos más tarde, aparece otro grupo de varias decenas de migrantes. Cuando su "taxi-bote" se acerca a la orilla, intentan evadir a los policías.

El joven sudanés decide correr hacia la nueva lancha, dispuesto a aprovechar esta segunda oportunidad. Logra subirse, a diferencia de otros que fueron empujados al agua para aligerar la embarcación.

Ya nada se interpone a su salida. Con unas cuarenta personas a bordo, la embarcación se aleja de las costas francesas a paso lento.

Más de 6.000 migrantes han realizado la travesía clandestina en embarcaciones improvisadas desde principios de año, lo que supone un aumento de más del 20% en un año.

Dos mujeres, con el agua hasta la mitad de los muslos, observan impotentes cómo se les escapa su sueño.

De vuelta a la playa, una de ellas se desmaya. "Muévase si me oye", le dice en francés un policía. La suben en una moto inconsciente y la llevan al puesto de primeros auxilios más cercano.

Media hora más tarde, un grupo de curiosos observa la primera embarcación desinflada. La segunda ya no es más que un punto naranja en el horizonte, el color de los chalecos salvavidas de sus pasajeros.

U.Ammann--NZN