Angela Rayner, número dos del gobierno laborista británico, con un "doctorado en la vida real"
Tras el triunfo del Partido Laborista en las elecciones legislativas británicas del jueves, Angela Rayner, una mujer sin estudios, "doctorada en la vida real", como ella misma dice, fue nombrada vice primera ministra.
Y es que nada predestinaba a esta mujer a convertirse en la número 2 del Partido Laborista, después de dejar la escuela siendo adolescente, sin ningún diploma.
La falta de títulos no impidió que fuera nombrada el viernes número dos del nuevo gobierno laborista y ministra de Nivelación, Vivienda y Comunidades.
En un país donde la clase dominante británica ha asistido abrumadoramente a las prestigiosas universidades de Oxford y Cambridge, Rayner, de 44 años, parece un elemento disonante.
Creció en Stockport, en el norte de Inglaterra, en una vivienda social.
Desde muy pequeña cuidó de su madre, que padecía un trastorno bipolar, era analfabeta y no trabajaba.
Su padre estuvo ausente a menudo. En su infancia, recibía un baño caliente sólo los domingos y para tener comidas abundantes buscaba ser invitada a casas de amigos.
"Angie", como muchos la llaman, dejó la escuela sin título y a los 16 años se convirtió en madre soltera. Unos años más tarde tuvo otro hijo, muy prematuro, que está casi ciego.
"Tengo un doctorado en la vida real", resumió en una ocasión. "Los desafíos no me han quebrado. Sé cuáles son mis puntos fuertes", añadió.
Angela Rayner es reconocible al instante, con su largo cabello pelirrojo y su flequillo, que se han convertido en su marca registrada, así como su popular acento del norte de Inglaterra.
Desde 2020 es la número 2 del Partido Laborista y ahora será la mano derecha del nuevo primer ministro, Keir Starmer, en el gobierno británico.
Rayner, conocida por ser mucho más izquierdista, podría discernir en ocasiones con Starmer, que ha acercado al partido a posiciones más centristas.
- "Reparar autos" -
Rayner nunca había soñado con la política. "Mi único sueño cuando era adolescente era aprender a conducir legalmente", dijo en el podcast The Rest is Politics.
"Sé reparar autos", añadió en aquella intervención.
Después de abandonar la escuela, trabajó en temas sociales y fue allí donde descubrió el sindicalismo y luego la política.
En 2015, fue elegida diputada por el distrito electoral de Ashton under Lyne, no lejos de Mánchester.
En los escaños laboristas, debido a su franqueza, experimentó un ascenso meteórico, primero con Jeremy Corbyn, líder del partido, con un talante más izquierdista, hasta 2020, y luego con Keir Starmer, más centrista.
Rayner es consciente de que contrasta con su nuevo jefe, un exabogado, considerado por muchos poco carismático.
"En cierto modo nos complementamos", dijo Rayner a The Guardian. "Suaviza mis asperezas. Lo saco de su caparazón", añadió.
Para este periódico de izquierdas, Angela Rayner "es brusca, hosca y aterroriza a los conservadores".
"No saben cómo interactuar (conmigo) porque no suelen conocer gente como yo", dijo la número dos laborista.
En 2020, un tabloide informó que los parlamentarios conservadores compararon a Rayner con Sharon Stone en la película "Instinto básico", diciendo que le gustaba distraer la atención del entonces primer ministro, Boris Johnson, cruzando y separando las piernas durante las preguntas al jefe de gobierno en el Parlamento.
Estos ataques misóginos provocaron un escándalo.
Los conservadores sacaron recientemente a la luz el pasado de Rayner, acusándola de haber dado información falsa cuando vendió su casa en Mánchester en 2015 para evitar pagar impuestos.
Pero la policía, tras la investigación correspondiente, no encontró indicios para presentar cargos contra ella.
Rayner está especialmente entusiasmada con su nuevo trabajo en el gobierno.
Dentro de sus promesas ha incluido poner fin a los "contratos de cero horas", que no garantizan un mínimo de horas de trabajo remuneradas, restaurar el poder de los sindicatos y construir 1,5 millones de viviendas en cinco años.
Rayner quiere nuevas viviendas sociales que sean "bonitas, verdes" y en las que la gente "tenga ganas de vivir".
F.E.Ackermann--NZN