La vida continúa sin Al Asad
"Después de todo, hay que vivir bien": cautelosos pero contentos de poder volver a salir, los habitantes de Damasco se animaron el martes a dejar sus casas para ir a hacer compras al mercado o sentarse en los cafés, dos días después que una coalición de grupos rebeldes se tomara la capital siria.
En la ciudad donde hombres armados con uniformes reemplazaron a los soldados y policías del gobierno de Bashar al Asad, que fue derrocado el domingo, la vida está volviendo lentamente a la normalidad.
"Teníamos muchos miedos y estábamos muy tensos, pero nos animamos a salir y a reanudar nuestra vida normale", dijo Rania Diab, una doctora de 64 años, que acudió a reunirse con sus amigos en un café del distrito de Qassaa, por primera vez desde la caída del poder.
"Pero seguimos siendo prudentes, volvemos a casa temprano, la situación aún no está clara", añade. Esta doctora tiene la esperanza de poder "vivir de manera normal en nuestro país, que se preserven nuestras libertades (...) y que podamos vivir con seguridad y libertad de opinión", dijo.
En este barrio predominantemente cristiano, los cafés están abarrotados, algunos fuman shisha, otros juegan a las cartas. El toque de queda impuesto desde el domingo a los habitantes de la capital se ha ido flexibilizando y comienza a las 21H00 locales (18H00 GMT) en lugar de las 17H00, hasta la mañana siguiente.
En un mercado popular de Bab Srijé, en el centro de la capital siria, los habitantes también respiran con alivio.
Lina al Ustaz se atreve a salir de su casa con su marido por primera vez de la caída del Gobierno el domingo, para ir al mercado. Sonríe al ver y sentir el bullicio entre vendedores y clientes.
Está volviendo la actividad, "después de todo, hay que vivir bien", dice el hombre de 57 años. "Estábamos un poco preocupados, pero desde el domingo ya no tenemos miedo", agregó.
Duda un poco antes de confesar que fue arrestado en 2015 por las fuerzas gubernamentales. "Los sirios amamos la vida, y la vida continúa, espero que el futuro sea mejor para los jóvenes".
En una ofensiva relámpago lanzada el 27 de noviembre en el norte de Siria, una coalición de rebeldes liderados por islamistas radicales entró en Damasco el domingo, poniendo fin a más de cincuenta años de gobierno del clan Asad.
- Sin alcohol -
En las calles, rompieron los afiches de Bashar al Asad y la bandera de la revolución, verde, blanca y negra ha reemplazado la oficial siria roja, blanca y negra, adoptada bajo el gobierno de Hafez al Asad.
Los casquillos de proyectiles vacíos ensucian la enorme Plaza de los Omeyas, en el centro de Damasco donde las celebraciones se multiplican al ritmo de canciones revolucionarias.
Después de más de medio siglo de represión, la gente parece estar hablando entre sí más libremente.
Hombres armados de diferentes grupos rebeldes caminan en uniforme, fuertemente armados, a veces enmascarados, por las calles de la capital. Soldados y policías del régimen abandonaron masivamente sus puestos el domingo.
En el cuartel general de la policía de Damasco, los agentes del autoproclamado gobierno rebelde de Idlib, cuyo líder Mohamad al Bashir fue nombrado jefe de un gobierno de transición el martes, están tomando posiciones.
Un hombre que se presenta como el nuevo jefe de la policía y se niega a dar su nombre, dijo a AFP que asumirán sus funciones en los próximos días.
"Garantizaremos la seguridad de todos los edificios gubernamentales y mantendremos la seguridad en la capital", dijo.
En el corazón histórico de la capital, los bares del barrio cristiano de Bab Tuma, donde normalmente sirven alcohol, siguen cerrados y en general no están ofreciendo alcohol en los restaurantes abiertos como precaución mientras se esperan las reglas de los nuevos amos de Damasco.
F.E.Ackermann--NZN