Siria afronta la transición y la brutal represión que sufrió con Al Asad, una semana después de su caída
Los nuevos dirigentes de Siria afrontan el desafío de tranquilizar a la comunidad internacional, una semana después de la caída de Bashar al Asad, mientras la población sigue este domingo conmocionada por los duros testimonios de tortura durante su gobierno.
La normalidad comienza a retornar a las calles de la capital Damasco, tras días de euforia en los que muchos sirios relataron su alivio de vivir "sin miedo", tras el final de décadas de gobierno de la dinastía Al Asad.
El enviado de la ONU en Siria, Geir Pedersen, llegó este domingo a Damasco, pero no han sido difundidos detalles de su agenda, ni se confirmó si se reunirá con el líder de la coalición de insurgentes que derrocó a Al Asad, el jefe de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), Abu Muhamad al Jolani.
Pedersen pidió esta semana que la transición sea "inclusiva" para evitar una "nueva guerra civil".
La caída de Al Asad, en un país sumido en una guerra civil que estalló en 2011 cuando su gobierno reprimió de forma feroz una ola de protestas pacíficas, también implicó el retorno de muchos exiliados por el conflicto, que obligó a millones de personas a abandonar sus hogares.
Turquía informó este domingo que 7.600 sirios volvieron a Siria desde su territorio entre el 9 y el 13 de diciembre.
Los rebeldes tomaron Damasco el 8 de diciembre tras una ofensiva relámpago de 11 días que obligó a Al Asad a huir del país, sin que sus aliados, Rusia e Irán pudieran sostenerlo.
El nuevo primer ministro interino, Mohamad al Bashir, prometió un "Estado de derecho" ante la inquietud de la comunidad internacional, que está atenta mirando cómo las nuevas autoridades gobiernan un país multiétnico y multiconfesional.
La mayor preocupación es el pasado yihadista del grupo sunita HTS (Organización para la Liberación del Levante). Su líder, Al Jolani se ha distanciado de organizaciones como Al Qaida, se deshizo de su turbante, remozó su larga barba y moderó su discurso.
Pero, HTS sigue siendo clasificada como una organización "terrorista" por varias potencias occidentales, empezando por Estados Unidos
- "Se nos salían los huesos de la carne" -
Cada día emergen nuevos testimonios desgarradores que ilustran la ruda represión que sufrió el país durante el gobierno de Al Asad, que estaba en el poder desde el año 2000 tras suceder a su padre Háfez al mando de Siria.
Durante la fulgurante ofensiva que comenzó el 27 de noviembre, los rebeldes avanzaron desde su bastión en Idlib hasta la capital.
A su paso liberaron a los presos de las cárceles, revelando que los prisioneros soportaron condiciones inhumanas, tortura y detención celdas subterráneas, algunos durante décadas.
Miles de personas recorren las prisiones de todo el país en busca de información sobre el paradero de sus familiares desaparecidos, con la esperanza de encontrarlos vivos.
El periodista Mohamed Darwich, de 34 años, regresó al centro de detención "Rama de Palestina", gestionado por los servicios de inteligencia en Damasco, donde estuvo recluido 120 días.
Darwich relató que los interrogatorios duraban todo el día y que un joven turco que estaba preso se volvió "loco" por las golpizas.
"Esta celda fue testigo de muchas tragedias", declaró a la AFP.
Mehmet Ertürk, encarcelado por acusaciones de contrabando, también pasó parte de los cerca de 20 años que estuvo preso en esta cárcel.
"Se nos salían los huesos de la carne cuando nos golpeaban las muñecas con martillo", cuenta este turco de 53 años, que regresó a su país tras ser liberado.
El hombre dijo que sufrió "una tortura tras otra" y que vio como "le tiraron agua hirviendo" a otro preso y que los guardias "tiraban a los muertos a los contenedores de basura".
- EEUU en contacto con HTS -
El derrocamiento de Al Asad, convertido en un paria de la comunidad internacional desde el estallido de la guerra, fue celebrado por numerosos países.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, afirmó el sábado que Washington estableció un "contacto directo" con HTS, en parte porque las autoridades quieren encontrar a Austin Tice, un periodista estadounidense secuestrado en 2012 en Siria.
Con la vuelta a la normalidad, los sirios enfrentan el descalabro económico por el impacto de casi 14 años de guerra civil y los efectos de las sanciones internacionales.
"Necesitamos que el zoco vuelva a funcionar rápidamente", afirmó Amjad Sanduq, un tendero de Hamidiyé, en la ciudad vieja de Damasco. "El régimen cayó, pero el Estado no, gracias a Dios".
Este domingo, decenas de estudiantes con uniforme escolar volvieron a las clases en la capital y a la entrada de la Universidad de Damasco dos estudiantes colocaron la bandera de tres estrellas rojas, símbolo de la oposición a Al Asad.
L.Zimmermann--NZN